miércoles, 4 de abril de 2012

El Logroño del vino



No cabe duda de que el Camino de Santiago es una de las grandes rutas más transitadas en el mundo. Aquella frase de «todos los caminos llevan a Roma» es, en España, aplicable a Santiago.De todas las
rutas, el Camino francés es el más transitado y éste tiene su paso por La Rioja. Con este primer capítulo de Rutas del Vino, comenzamos una serie de tres etapas que, en esta ocasión se detiene en Logroño y que aborda la ruta desde el lado vitivinícola. Tuve la oportunidad de charlar con una de las personas con las que hablar sobre Logroño, su cultura, su historia y sus rincones se convierte en una experiencia de revivir con la ilusión de un niño el paso del tiempo: Federico Soldevilla, se dedica a ser guía de su ciudad por vocación y eso se nota. Entramos a la ciudad por el Puente de Piedra.Antiguamente, cuando Logroño estaba amurallado, el castillo se encontraba muy cerquita de donde ahora está la rotonda.y había unas puertas que tenían un horario de apertura. El gobierno de la ciudad pedía permiso a los reyes, en época de vendimia, para que este horario fuera ampliado.Más allá del «de sol a sol».

Los carros llenos con los racimos transitaban –cuesta arriba– por la calle Ruavieja, donde entre otras  ‘joyas’ desaparecidas se encontraba una fuente o el teatro, donde en ocasiones había que duplicar función.Hoy resisten otros auténticos lugares espectaculares, como la ermita de San Gregorio (bonita historia la de esta ermita) o el albergue de peregrinos. En casi cada casa había un lagar y allí era donde se depositaban los racimos que serían pisados y prensados convenientemente, en algunas ocasión es en los mismos lugares donde más adelante se prensarían las olivas. Y así, como quien no quiere la cosa, parecieron como por arte de magia los lagares que conforman lo que hoy conocemos como ‘Espacio Lagares’ y que son de obligada visita.¿Y dónde iba el mosto-vino que allí se obtenía? Acalados, como el de San Gregorio, que se encuentra justo enfrente de este espacio y que también merece (si se encontrara abierto) una visita. Y sin darnos cuenta, charlando sobre el vino,pasamos una amena mañana que podemos continuar siguiendo la calle por donde transcurría el Camino y admirar más calados, la iglesia de Santiago, el convento la Merced o la Puerta de Revellín; o desviar la ruta hasta el centro de la ciudad para recorrer sus calles y de gustar,cómo no, los vinos de Rioja y las numerosas delicias gastronómicas.

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